Jurela primaveral

El sol primaveral apenas asomaba en el horizonte cuando llegué al puerto, caña en mano y corazón expectante. Até una cabeza plomada al bajo de línea de fluorocarbono, y le monté un vinilo brillante que imitaba un pequeño pez. El agua, tranquila y clara, prometía una buena jornada de ajing.

Lancé el vinilo, dejándolo hundirse lentamente. Con pequeños tirones y pausas, comencé a imitar el nado errático de un pez herido cayendo al fondo de forma paulatina. De repente, sentí un tirón: ¡algo había succionado el vinilo!. Mi pulso se aceleró. Clavé con cierta firmeza, y la batalla comenzó. La jurela se debatía con fuerza y rapidez, con su plata destellando bajo el agua.

Cada movimiento era un diálogo entre el pez y yo, una prueba de habilidad y paciencia. Finalmente, la jurela cedió y la saqué del agua, brillante y hermosa. La sujeté con los alicates Gar Grip, hice una foto rápida, y al agua a seguir viviendo.

El amanecer, para mi, ya estaba completo.